lunes, 24 de marzo de 2008

Día Mundial contra la Tuberculosis

La tuberculosis en el siglo XIX llegó a convertirse, en Europa y América, en una de la más graves epidemia de esa época. Hoy en día, a pesar de haber pasado poco más de un siglo, y aunque la situación ha mejorado considerablemente en todo el mundo, la tuberculosis sigue siendo una amenaza para la salud y el bienestar de muchas personas. Las estadísticas nos dicen que todos los días más de 20. 000 personas desarrollan la tuberculosis activa y que cada minuto muere una persona por el bacilo de esta enfermedad .Por este motivo y para concienciar a la población sobres sus consecuencias e impacto, la Organización Mundial de la Salud celebra cada 24 de marzo el Día Mundial de la Tuberculosis.
La tuberculosis infecta a personas de todos los países del mundo, tanto ricos como pobres. Sin embargo, en 22 países se encuentra el 80% de la carga mundial de morbilidad. Muchos de estos países se ven particularmente afectados por una situación de pobreza, en la que la malnutrición y los problemas de saneamiento y hacinamiento consiguientes favorecen la propagación de la enfermedad.

A pesar de lo grave de la situación, la tuberculosis tiene cura. El tratamiento recomendado en todo el mundo para esta enfermedad infecciosa es el llamado DOTS (Tratamiento Breve Bajo Observación Directa). La estrategia DOTS ha ayudado a salvar a miles de vidas de enfermos de tuberculosis, a evitar el desarrollo y la propagación de la resistencia a los medicamentos y a reducir la transmisión de la enfermedad.

Sin embargo, el acceso de algunas personas enfermas de tuberculosis al tratamiento DOTS se ve limitado por falta de voluntad política, escasez de recursos, mala gestión, la ubicación de poblaciones en lugares aislados y las condiciones geográficas difíciles, la falta de viviendas y la estigmatización social, factores todos ellos que impiden que las personas, en especial las mujeres, soliciten tratamiento.

Mientras esta situación continué así, el Día Mundial de la Tuberculosis no podrá ser una celebración, sino una valiosa oportunidad para que tomemos conciencia sobre sus graves efectos y las formas en que la podemos controlar.

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