Los que vivimos en Lima soportamos viajes a centros laborales, educativos u otros mediante un deprimente sistema de transporte urbano. En el vehículo, además de estar a la defensiva para evitar un robo, un empujón, un pisotón, etc. producto del hacinamiento, sobre todo en horas de mayor cantidad de usuarios; también tenemos que soportar la presencia de delincuentes que nos narran su vida, su salida reciente del penal para intimidar, los más osados se introducen clavos de diez centímetros por la nariz, otros mastican vidrios. Suben a cantar o a desencantar, pero suben y venden caramelos u otra golosina barata y muchos arranchan carteras, bolsas, celulares o lo que vean a los pasajeros más próximos a la puerta.
Les puedo contar que una vez un hombre planteó el atropello de su esposa y la necesidad de recolectar dinero (no vendía producto alguno) para su medicación. ¡Oh, pobre esposo!, hay que apoyarlo; muchos le regalaron no céntimos sino nuevos soles.
Sin embargo, unas semanas después, mientras intentaba leer cuando iba en el ómnibus-acto casi imposible en dichas circunstancias -subió el mismo hombre y narró con desesperación el "reciente" atropello de su esposa (!). La gente le creyó y le regaló su dinero.
Ante esto les presento algunas hipótesis que pensé:
-La esposa tiene tanta mala suerte que siempre la atropellan.
-El hombre es adúltero y tiene varias esposas atropelladas.
-Existen choferes asesinos de mujeres solo casadas.
-Es un farsante que prefiere la vía facil y engaña a tontos ingenuos.
¿Cúal eligen?
Lo cierto es que hizo un buen negocio nuevamente. Es un farsante que prefiere la vía facil y engaña a tontos ingenuos.
Otros ni suben, pero igual roban (gorras, lentes, relojes, cadenas, aretes, etc) por el descuido de una ventana abierta y aprovechando el congestionamiento vehicular de ómnibus o taxis.
El taxi es otra historia parecida, pues ya no puede connotar seguridad dado que hasta destrozan las lunas de este con ladrillos o piedras para sacar los paquetes y sino nos asalta un delincuente, ¿quién garantiza que no nos asalte el taxista, en especial de los llamados "colectivos"?. Algo lamentable en todos estos casos es la indiferencia de los demás y la complicidad del chofer, pasajeros y/o cobrador.
En el caso de que la distancia sea corta, en el centro de la capital, y nos propongamos caminar, lo cual no garantiza seguridad, tampoco descanso mental para evitar ser abordado con cada caso (en su mayoría falso) deberemos considerar y sumarle el caso de los mendigos representados por niños que apelan la sensibilidad del transeúnte por una moneda.
Pero el darle una moneda no solucionará su pobreza, al contrario favorecemos en el niño un aprendizaje negativo: se acostumbra a pedir y recibir, pero no a hacer.
Promovemos la mendicidad. Aunque no lo crean hay gente que finge pobreza y pide porque es un acto muy rentable. Hay cada tonto que regala su dinero sin saber el fin que tendrá: pago a explotadores, alcohol, drogas, terocal, ron, etc.
NO DEBEMOS PROMOVER LA MENDICIDAD Y POR TANTO LA MEDIOCRIDAD EN EL PERÚ.
Aquel niño que pide crecerá y será padre, ¿qué creen que les enseñará a sus hijos?-pregunta capciosa-¡Bingo!, también a mendigar.
Acostumbrémonos a lograr metas por nuestro esfuerzo que solo aquello será valorado.
Supongamos que ninguno regale su dinero, a partir de hoy, a nadie que mendiga; ¿seguiria habiendo mendigos? Ya no. El negocio ya no sería rentable.
Abran los ojos, las apariencias engañan.
Lean la siguiente nota periodística.
Las autoridades de los municipios limeños han detectado 27 focos de explotación de niños mendigos en Miraflores, el Cercado, San Isidro, Surco, San Miguel y San Borja. Solo en los dos primeros, el Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social (Mimdes) ha identificado a 133 menores entre 0 y 12 años que son usados para mendigar en calles o en buses.
Los menores son alquilados por 10 soles o captados de familias pobres en San Juan de Lurigancho, Comas, San Juan de Miraflores, entre otros, además de provincias. El Ministerio Público señala que hasta el momento nadie ha sido denunciado por este delito, pues no se realiza trabajo de seguimiento o inteligencia policial. Fuente: El Comercio
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