JOHANNESBURGO [REUTERS]. Una oleada de ataques xenófobos se desató ayer en barriadas sudafricanas cuando turbas de exaltados dieron palizas a extranjeros y prendieron en llamas a algunos de ellos, en escenas que rememoran las épocas de violencia de la era del apartheid.
La violencia ha dejado por lo menos 22 muertos desde la semana pasada y ha aumentado la inestabilidad política en un momento en el que Sudáfrica lucha contra los cortes de electricidad, la inflación creciente y el rechazo entre los pobres por las políticas económicas del presidente Thabo Mbeki.
La policía disparó balas de goma contra los manifestantes en la periferia de Johannesburgo y en el distrito central de negocios de la ciudad.
VIOLENCIA SIN LÍMITES Armados con navajas, palos y bidones de gasolina, los exaltados atacan principalmente a los ciudadanos provenientes de Zimbabue y Mozambique, que componen los mayores grupos de inmigrantes, por lo que son acusados por los pobres de arrebatarles sus trabajos y de aumentar la tasa de crímenes violentos.
Mujeres fueron violadas, tiendas y hogares han sido saqueados y decenas de chozas fueron quemadas. Asimismo, decenas de personas han sido arrestadas.
"Esta es una guerra", afirmó Lucas Zimila, un ciudadano de Mozambique de 60 años que fue atacado el domingo por la noche por una multitud armada con machetes mientras dormía en su choza en Tembisa, al norte de Johannesburgo.
"Ellos me gritaron que saliera, que no pertenecía aquí. Entonces quemaron todo en mi casa", declaró Zimila, quien sufrió un corte en su cabeza.
Los incidentes son una vergüenza para un país que se ha jactado de su tolerancia desde el final del apartheid y que espera animar la visita de inversionistas extranjeros para la Copa Mundial de Fútbol del 2010.
La violencia es un indicador de la creciente molestia entre quienes sienten que han sido dejados de lado por las políticas de Mbeki de promover negocios e inversión.
Los inversionistas ya están preocupados por la creciente influencia de los trabajadores en el gobernante partido ANC (la sigla en inglés del Congreso Nacional Africano) desde que Mbeki perdió su liderazgo en diciembre frente a su rival Jacob Zuma.
El tesorero general del ANC, Matthews Phosa, llamó el fin de semana a unas elecciones anticipadas en vista de que --sostuvo-- se necesita un fuerte liderazgo. Mbeki debe abandonar el cargo el próximo año y Zuma es el favorito para sucederlo.
MALESTAR El rand, la moneda sudafricana, se mantuvo ayer estable pero los mercados mantuvieron la vista fija en la violencia.
Sudáfrica, con una población de 50 millones, alberga a unos cinco millones de inmigrantes. Los que provienen de los países más pobres son atraídos con promesas de trabajo en las minas, granjas y hogares de Sudáfrica y por una de las políticas más liberales del mundo en lo que respecta a inmigración y refugiados.
Los inmigrantes dicen que son más a menudo víctimas de los crímenes que sus perpetradores. Varios manifestaron que criminales organizados usan la violencia como fachada para robar y saquear.
Tim Williams, comisionado nacional de policía interino, dijo en una declaración que serían desplegados más oficiales a los puntos más problemáticos.
Mbeki y Zuma han llamado a poner fin a la violencia. El ícono antiapartheid, Nelson Mandela, dijo que estaba triste por el creciente odio a los extranjeros. El arzobispo Desmond Tutu, otro ganador del premio Nobel, subrayó el hecho de que los estados vecinos habían recibido a los sudafricanos durante la lucha contra el dominio de la minoría blanca. "No podemos pagarles matando a sus hijos", expresó.
Cientos de inmigrantes han buscado refugio en comisarías, iglesias y oficinas del Gobierno.
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