La explosión busca liberar el agua acumulada en un valle taponado por el seísmo
Un cadáver cubierto por los escombros en Beichuan
Esta localidad, situada en el fondo de un abrupto y frondoso valle, está a pocos kilómetros río abajo de uno de los más de 30 lagos creados por los movimientos de tierra que han taponado el curso de los ríos. La nueva masa de agua, situada en la zona de Tangjiashan, no ha dejado de crecer desde el día del seísmo. Su nivel subió casi dos metros el sábado y amenaza con acabar rompiendo la presa natural y causar una nueva tragedia. La previsión del tiempo, con copiosas lluvias, tampoco ayuda.
Las autoridades chinas han decidido combatir el peligro con explosivos. Unos 1.800 soldados, con 10 kilos de dinamita en la mochila cada uno, empezaron ayer una travesía para ascender hasta el lago. El objetivo es abrir a su llegada, prevista para última hora de ayer o primera de hoy, una vía de agua que permita aliviar el lago.
Miles de supervivientes y miembros de los equipos de rescate han sido evacuados de las zonas situadas por debajo de la presa. "Todo el mundo que necesitaba ser desplazado ya se encuentra en zonas seguras", afirmó el general Zhou, del Ejército chino. Los militares afirman que la voladura es una "medida de precaución" y que el agua aún no ha alcanzado niveles considerados peligrosos.
Pero Yang Daifu, de 70 años, no se acaba de fiar de la información oficial. "El nivel del agua no para de crecer, así que seguimos teniendo miedo", explicó este granjero, que vive en una de las miles de tiendas de campaña de color azul levantadas por el Gobierno chino.
Unas 5.500 personas han muerto en China en los últimos 100 años por inundaciones causadas por el desbordamiento de lagos creados por corrimientos de tierras, según un estudio de la Academia de las Ciencias de China. La mayor tragedia por este motivo se remonta al año 1786, cuando el desbordamiento de otro lago nacido por un terremoto causó 100.000 muertes en la provincia de Sichuan.
Mientras, las réplicas siguen sacudiendo la zona. Dos personas murieron, 480 sufrieron heridas y unos 270.000 edificios resultaron dañados ayer en un temblor de magnitud 6,4 con epicentro a 40 kilómetros de Guangyuan.
El primer ministro chino, Wen Jiabao, que visitó la zona por segunda vez, hizo públicos sus temores de que la cifra de fallecidos, 60.560 según el último balance, aumente hasta 80.000. Wen Jiabao alertó del peligro de los efectos colaterales de la catástrofe, como epidemias o inundaciones, e hizo un llamamiento internacional para recibir más tiendas de campaña, que tanto necesitan los 14,4 millones de desplazados.
En mitad del caos, sin embargo, siguen conociéndose noticias que dan esperanzas a los afectados. La televisión china informó ayer del rescate el pasado viernes de un hombre minusválido de 80 años de entre los escombros de su casa, donde llevaba más de 10 días atrapado. El hombre pudo sobrevivir en un hueco bajo uno de los pilares dañados de su hogar, donde recibía los alimentos que le hacía llegar su mujer, según la información de la televisión china. Fuente El País
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