Las minas terrestres tienen una larga historia, llegando a remontarse a los imperios griego y romano. Sin embargo, es durante la II Guerra Mundial (1940-1945) cuando las minas antipersonal y antitanque se emplearon extensivamente con fines tácticos y para lograr objetivos militares. Las tropas solían colocar las minas a mano, tras haber hecho un mapa con la localización exacta de los campos de minas para su posterior desactivación. Pero aún así muchas de las minas no fueron desactivadas tras la guerra. En muchos países europeos aún existe algo de peligro a causa de las minas enterradas durante la II Guerra Mundial.
Los avances tecnológicos de la década de 1960 hicieron posible esparcir minas mecánicamente, en lugar de enterrarlas a mano. Esto supuso que cientos de minas pudieran ser colocadas al mismo tiempo, usando aviones, cohetes o artillería. Mientras que una tropa de 30 soldados podía colocar aproximadamente 50 minas por hora, un sistema de distribución remota podría esparcir más de 200 minas de una vez. Durante la Guerra de Vietnam (1959-1975), grandes áreas de Vietnam, Laos y Camboya quedaron plagadas de minas utilizando estos sistemas mecánicos de distribución.
El trabajo de la campaña internacional, a la que se han unido más de 1400 organizaciones no gubernamentales y que cuenta con el apoyo de las Naciones Unidas, el Comité Internacional de la Cruz Roja y de gobiernos de todo el mundo, intenta que la historia de las minas sea corta. Actualmente más de dos tercios de los países del mundo son parte de la Convención sobre la Prohibición del Empleo, Almacenamiento, Producción y Transferencia de Minas Antipersonal y sobre su Destrucción.
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