
Con una marcha y una vigilia cientos de personas recordaron el viernes en Memphis (Tennessee, sur) el 40 aniversario de la muerte de Martin Luther King, mártir de la lucha por los derechos cívicos.
La versión oficial responsabilizó al prófugo James Earl Ray de su asesinato el 4 de abril de 1968, en Memphis, Tennessee Quizás fue cierto. Aunque manos encubiertas tras las del chivo expiatorio pudieron haberle cobrado a Martin Luther King por "otras culpas".
Cuando el "sueño americano" era para los negros en Estados Unidos uno más de los ítems segregacionistas de las leyes, Jim Crow, el ministro de la iglesia bautista, se atrevió a imaginar el día en que su nación viviría en el verdadero significado de la igualdad de los hombres.
"I have a dream" (tengo un sueño), exclamó una y otra vez en su discurso de 1963 en Washington, ante el Monumento a Lincoln y frente a más de 200 000 hermanos de aspiraciones, congregados en reclamo de sus derechos civiles; afroamericanos a los que las legislaciones y "las buenas costumbres sureñas" trataban de escamotear la dignidad.
Por entonces, y a casi un siglo de abolida la esclavitud, la discriminación "adornaba" la gran mayoría de las fachadas públicas, legitimada por rótulos perpetuos al estilo "solo para blancos" o "prohibida la entrada de negros". King, devenido líder del movimiento nacional por los derechos civiles, dotó a los excluidos de una filosofía de protesta, pacífica pero enérgica, de una estrategia de resistencia que sus verdugos no pudieron perdonarle.
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