Por la
clasificación a los Juegos Olímpicos de Tokio 1964, la selección peruana de
fútbol Sub 20 jugó contra Argentina, a las 3:30 p.m., en el Estadio
Nacional. El equipo visitante anotó el primer gol y cuando nuestra selección
produjo el empate, el árbitro
Ángel Eduardo Pazos determinó anularlo.
Los
fanáticos no aceptaron la anulación. Víctor Vásquez, conocido como el “Negro
Bomba” y
Edilberto
Cuenca fueron los hinchas que ingresaron a la cancha e iniciaron lo que fue la
peor tragedia en un ambiente deportivo para el Perú. Todo el
público del estadio se alborotó.
La
desesperada medida policial: arrojar bombas lacrimógenas contra el público
originó la huida; sin embargo, las aún cerradas puertas de salida fueron la
trampa mortal. El resultado fue la muerte de 312 personas, sobre todo, por
asfixia.
Los protagonistas
El
primer hincha fue llevado a El Frontón y el segundo fue muy golpeado por la
Policía.
El
árbitro dejó el país durante la madrugada.
El
comandante de la Policía Jorge de Azambuja declaró : “Yo ordené lanzar bombas
lacrimógenas a las tribunas. No puedo precisar cuántas. Nunca imaginé las
nefastas consecuencias”. Él fue reconocido como el culpable principal en 1971.
Hoy el
estadio luce renovado y aunque parezca otro, esta noticia es imborrable. Hace
47 años la indisciplina fanática y la arbitrariedad policial complotaron
mortalmente. Hoy estos cómplices aún siguen sin mejorar y no sé cuál de los dos
es peor.
Sin
duda este hecho es un referente de lo que se debe prevenir para no volverse a
lamentar.Fuente: El Comercio
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