Pobladores observan los efectos destructivos de las lluvias incesantes.
Nuestro país está sufriendo los efectos de un cambio climático mundial. Las lluvias han sido las principales destructoras de cultivos, casas rústicas, y de zonas urbanas. El costo más doloroso es la muerte de más de diez personas.
Las regiones de Ayacucho, Huancavelica y Cusco han sido afectadas. De entre ellas, Cusco es el caso más grave, por lo que el Gobierno la ha declarado en emergencia por 60 días.
El Instituto
Nacional de Defensa Civil (Indeci), tras evaluar los daños en registrados en
ocho regiones desde diciembre del 2009 hasta la el último domingo (31/01/2010)
anuncia la cifra de 37.973 damnificados y 67. 463 afectados por las
torrenciales lluvias.
El Gobierno regional y nacional sigue demostrando ineptitud y una total falta de perspectiva previsora. Todos los años, el fenómeno El Niño afecta la sierra de nuestro país, pero no se previene mediante acciones que eviten que esto sea tan trágico como ocurre. Todos, en alguna medida, carecemos de esa falta de planificación; por lo tanto, tendremos que afrontar las consecuencias.
Es cierto que la fuerza de la naturaleza es impredecible, no obstante, eso no debe ser adoptado como la mejor excusa para estar cruzados de brazos y esperar que nunca suceda algo.
Lo urgente ahora es el apoyo que requiere la población para lo cual será necesaria una atinada organización estatal y la solidaridad nacional, aunque la primera sea abstracta casi siempre.
Foto desde http://www.rpp.com.pe
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