Una noche, "El borradito", empleado de la hacienda del simpático y arrogante Conrado Basadre, llegó cabalgando a toda prisa a la hacienda de don Timoteo Mondaraz diciendo que su patrón lo enviaba para informarle que Grimanesa (bella hija de don Timoteo y esposa de Conrado) había
muerto la noche anterior.
Don Timoteo galopa
desesperadamente hacia la hacienda de su yerno, cruzándose en el camino con un
jinete que venía en loca carrera; era el administrador de la hacienda de Conrado. Al preguntarle a dónde iba, muy nervioso respondió que
a buscar al cura para el entierro.
Al llegar, don Timoteo embargado en inmenso dolor,
pidió quedarse a solas con su hija muerta, la que estaba vestida con hábito y
un gran crucifijo sobre el pecho .Al besar la cruz, quedó entreabierto el hábito, algo advirtió, aterrado y con repulsión se alejó del cadáver, y sin
despedirse de nadie volvió a su hacienda.
Durante siete meses se encerró en su habitación, ni
siquiera asistió al entierro, pasaba días enteros sin hablar con nadie, tampoco
era visitado por su yerno.
Un día, inesperadamente se levantó de buen humor y
propuso a su otra hija, Ana María ir a
visitar la hacienda de su yerno viudo.
Así lo hicieron, Conrado quedó sorprendido de la belleza y el parecido que Ana María tenía con su hermana muerta, le obsequió bellos jazmines,
luego la visita se repitió todos los domingos, surgiendo al poco tiempo el amor
entre ellos.
Un día lunes, Conrado pide hablar a solas con el que fue su suegro, le expresó
su deseo de casarse con su otra hija: Ana María, de pronto, el
anciano se incorporó ágilmente y de una caja de hierro cerrada con candado, en
silencio, sacó un largo alfiler de oro manchado de sangre negra; Conrado cayó de rodillas llorando y diciendo: ¡Grimanesa, mi
Grimanesa!
-Lo saqué del pecho de mi hija muerta, tú se lo
clavaste, te fue infiel ¿verdad?, a lo que Conrado respondió afirmativamente.
La infidelidad había sido con el administrador,
que huyendo, se cruzó en el camino con el anciano.
Solemnemente, entregó el alfiler a Conrado diciéndole:
- ¡Si esta también te engaña, haz lo mismo! ¡Toma!,vete enseguida, no es bueno que alguien vea llorar al
tremendo y justiciero don Timoteo Mondaraz.
Después de haberlo leído, deseo destacar la destreza literaria del autor. Ventura García Calderón (1886-1959) fue un escritor modernista del Perú.
En este cuento apreciamos la narrativa fluida y la abrupta sucesión de situaciones que provocan un efecto cenestésico o de alternancia de sensaciones. Sin embargo, no me agrada completamente el alto contenido prejuicioso con el cual deja deformada la imagen del hombre andino, pues lo configura como un ser machista, insensible y partícipe de la violencia familiar, por ende, carente de escrúpulos.
Es cierto que la literatura no es una representación fiel de la realidad, pero esta es su fuente y como receptores debemos tener presento ello para una adecuada interpretación.
Ustedes también pueden expresar sus comentarios.
Muchas gracias.
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