viernes, 2 de noviembre de 2007

Las obras infames de Pancho Marambio

El escritor peruano Alfredo Bryce Echenique, presenta su nueva creación literaria “Las obras infames de Pancho Marambio”, es "un retrato del efecto siniestro de la traición en el ser humano".
Habló de las acusaciones de plagio en las que se ha visto inmerso. La novela se asemeja bastante a la vida real del escritor, en ella se narran situaciones vividas por él cuando decidió asentarse en España. El escritor desmiente rotundamente que haya copiado textos de otras personas y explica que todo forma parte de un complot contra él.

ENTREVISTA A BRYCE

Pregunta. ¿Copió los 11 textos que fueron publicados en la prensa con su nombre y cuyos autores eran otros?

Respuesta. La verdad es que no he plagiado a nadie, no lo necesito. He estado durante 40 años escribiendo artículos para medios españoles y latinoamericanos y todo lo que he publicado ha salido de mi imaginación. Nunca he copiado y es imposible que hubiese cometido un error de esas características. Las acusaciones formaban parte de una campaña de odio y envidia del señor Herbet Morote. He tratado de llegar al fondo de las cosas y me ha ido bastante bien.

P. ¿Cuánto tiene de autobiográfica Las obras infames de Pancho Marambio?

R. Bastante. Cuando me mudé a vivir a Barcelona decidí comprarme un apartamento, que tenía que reformar entero. Las obras coincidieron con la concesión del Premio Planeta y no las pude controlar. Cuando llegué a casa después de varios meses aquello era igual que estar en el infierno. El inmueble estaba lleno de agujeros, no funcionaba nada y tuve que volver a empezar las obras. Me sentí absolutamente traicionado. En la novela se cuenta una versión desmesurada de aquella situación. Siempre he exaltado valores como la solidaridad o el afecto tanto en la vida real como en la literatura y a mí me traicionó un amigo. Mi literatura está inundada de sentimientos y por ello decidí novelar el paso de la luz a las tinieblas de un hombre cabal, de un hombre hecho y derecho que un día se traslada a Barcelona.

P. ¿Le interesaba jugar con el sufrimiento y la risa?

R. Hay situaciones dramáticas, pero también ironía y risa en el texto. Me he reído mucho escribiendo la historia de Bienvenido Salvador Buenaventura, el protagonista. Es una novela triste pero con ella el lector ríe, y ríe mucho.

P. Decidió marcharse de España en 1999 y luego regresó.

R. No encajé en ese momento y me equivoqué con aquella decisión. Me llegué a encontrar muy mal en mi pellejo, mal conmigo mismo, con el país y, aunque logré escribir y llevar una vida disciplinada, sufrí un desgarramiento interno muy profundo. Fue una decisión precipitada y creo que lo que hago ahora, vivir una parte del año en Perú y otra en España, es la situación ideal. Puedo escribir bien y lo hago con la misma soltura en los dos países.

P. ¿Ha salido de las tinieblas definitivamente?

R. Le he sacado mucho partido a mi depresión. He recuperado mi inversión con creces. Lo considero plenamente superado y esta novela es el punto final de la terapia. La depresión en la que me vi inmerso me provocó mucho sufrimiento y dolor. Un dolor que fue aplastante, interminable en algunos momentos, como sucede con todo ese tipo de situaciones, pero finalmente he logrado llegar a un punto en el que esa pesadilla ha sido superada. Aquí se adelanta un extracto de la novela con autorización del escritor.

Bienvenido Salvador Buenaventura, maduro abogado limeño, llega a Barcelona con los saldos de un sueño y huyendo de un mal congénito y familiar, el alcoholismo. La traición de un supuesto amigo, Pancho Marambio, falso arquitecto y autor plagiaro, gatilla una crisis de pronóstico reservado. Contar más sería digno de Marambio. Es un Bryce más hondo y revelador que nunca, que vuelve con sus propias palabras en una historia que habla entre líneas. Estas parecen citar a Oscar Wilde: La naturaleza imita al arte. Con ustedes, Pancho Marambio y el anuncio del desastre que provoca.
Cómo olvidar, en efecto, a este miembro de la patota de Gérard, por el que Bienvenido sintió siempre un particular afecto, y con el que siempre mantuvo una relación sumamente cordial. Con los años, sin embargo, el rechoncho Pancho Marambio se había convertido en un tipo bastante ostentoso y vulgar, al que ya sólo le faltaba pintarse con esmalte negro las uñas de los manos y de los pies, según le habían contado algunos de los amigos comunes. Y, más que en un gran mentiroso o un tipo falso, resulta que el rechoncho Pancho Marambio se había convertido en una mentira que camina, en todo un caso de falsificación humana. Bienvenido lo recordaba como un tipo bastante gordinflón y sumamente simpático y alegre, pero ahora, de regreso a Barcelona, lo que había encontrado era más bien un tipo profundamente plagado de su personita y enamorado perdido de los automóviles ostentosos.

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